Solo faltaba la botella estallando contra el cuadro de su bici “prestada” del Carrefour de 50 pavos, tal barco es inaugurado entre la expectación del bautizo de algo que ha de durar si no se hunde en su primera aventura.
Reconozco que olía a naufragio, ni la bici estaba a la altura de la marcha ni Rosa parecía estar preparada para hacerse la no despreciable distancia de 48 kms sobre ella.
Lo más que había hecho eran 17 kms… después de un mes saliendo algunos días y haciendo spinning en casa.
Hacerse esta distancia sobre bici de montaña era impensable a priori. Por tal motivo sobre la mitad del recorrido tenía una escapatoria a un par de kms de casa.
A las 9:30 estamos saliendo con las bicis, se la ve un pelín nerviosa, pero confiada.
Salimos de Ayllón camino del ex convento para dirigirnos a Mazagatos, Languilla… hasta aquí muy bien, buen ritmo y sin desgaste. De Languilla a Santa Maria, Saldaña… todo muy llanito y la veo muy bien, pero ahora el terreno empezara a ondularse un poco y en la primera subida fuerte se tiene que parar. Salvado esta primera rampa llegamos a Valvieja donde tiene un pequeño problema en el cambio de su peazo maquina en un buen rampón y tiene que pararse. Pero no se da por vencida y vuelve sobre sus pasos para ahora ya si con el molinillo puesto subir como una campeona. Buena mentalidad, claro que sí.
Seguimos camino y entramos en una subida no tan dura pero más larga. Yo voy mirando para atrás esperando el momento en el que ponga pie en tierra, pero nada de eso, se sube toda la cuesta sobre la bici y continua con pedalada firme.
Toca bajar (y como baja!!!, y con esa bici!!!) y llegar al punto clave, donde no tiene ninguna duda y decide sin pensarlo dos veces seguir y terminar los 48 kms.
Pero ahora empieza el terreno a endurecerse y a partir de aquí ira sufriendo de menos a más, subiendo algunas cuestas a pie y empezando a mirarme mal, jejeje.
Pero a la vez se la ve disfrutar… del recorrido, del paisaje, de la bici y porque no… del sufrimiento también, porque sobre la bici, sufrir un poco es disfrutar.
Cuando llega a Ayllón ve la luz y se lanza, el cansancio desaparece, solo queda la sensación de lo conseguido. Una proeza… no sé cómo habría hecho yo esta ruta con una bici así, sin contar con su falta de experiencia. Se ha ganado una bici nueva, parece que quiere una flaca, pero con lo bien que se lo ha pasado también piensa en una de campo...